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Capturas de ficción

Ravel

Se han acabado las vacaciones. Ravel está sentado al piano, sólo en su casa, con una partitura delante, un cigarrillo en los labios y como siempre impecablemente peinado. Bajo el batín de solapas claras y pañuelo a juego con éstas, lleva una camisa de rayas grises y una corbata color bronce. Su mano izquierda, en posición de acorde, está posada sobre el teclado mientras que la derecha, armada con un portaminas metálico colocado entre los dedos índice y corazón, anota en la partitura lo que la izquierda acaba de ejecutar. Como de costumbre está retrasado en su trabajo y acaba de sonar el teléfono, el editor le ha recordado una vez más que aquello urge. Debe dar lo antes posible fechas para los ensayos de esa obra venidera, que ha anunciado pero de la que nadie sabe nada. Sonríe pero no se advierte. Está bien, quieren que se ensaye, pues conforme, se ensayará. Tendrán su ensayo.

Ravel , de Jean Echenoz

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