Blogia
Capturas de ficción

Literatura

Ravel

Se han acabado las vacaciones. Ravel está sentado al piano, sólo en su casa, con una partitura delante, un cigarrillo en los labios y como siempre impecablemente peinado. Bajo el batín de solapas claras y pañuelo a juego con éstas, lleva una camisa de rayas grises y una corbata color bronce. Su mano izquierda, en posición de acorde, está posada sobre el teclado mientras que la derecha, armada con un portaminas metálico colocado entre los dedos índice y corazón, anota en la partitura lo que la izquierda acaba de ejecutar. Como de costumbre está retrasado en su trabajo y acaba de sonar el teléfono, el editor le ha recordado una vez más que aquello urge. Debe dar lo antes posible fechas para los ensayos de esa obra venidera, que ha anunciado pero de la que nadie sabe nada. Sonríe pero no se advierte. Está bien, quieren que se ensaye, pues conforme, se ensayará. Tendrán su ensayo.

Ravel , de Jean Echenoz

Palabras mágicas

I would prefer not to

(Preferiría no hacerlo)

Herman Mellville , Bartleby el Escribiente

Moby Dick

Moby Dick

Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano.

Herman Melville, Moby Dick

(inicio del capítulo primero)

Óxido, de Lara López

Óxido, de Lara López

El ordenador tiene un documento que se llama newlife. No recuerdo en qué momento lo grabé. Me he quedado un buen rato mirando la pantalla. No es un buen nombre. Al abrirlo he descubierto que no había nada escrito.

Lara López. Óxido

(Xordica Editorial )

Kapuscinski nos ha dejado

Kapuscinski nos ha dejado

Hoy nos hemos levantado con una pésima noticia: Ryszard Kapuscinski ha fallecido. Con él se marcha una de las mentes más agudas y certeras del periodismo del S. XX. Durante 50 años ejerció de conciencia pública y agitador de mentes adormiladas por un proceso de globalización que nos hace olvidar, con demasiada frecuencia, que vivimos en un mundo profundamente desigual.

Kapuscinski nos muestra a través de sus libros y artículos un mundo plural, de contrastes, donde las particularidades de los países que visitó los hacen verdaderamente universales. Humanizó como nadie los conflictos bélicos que cubrió para la agencia Polish Press, en cuyas crónicas latía siempre el corazón de las víctimas inocentes y las circunstancias provocadas por la irracionalidad humana. Lo que hoy cínicamente se denominan "daños colaterales".

La claridad expositiva, la economía de medios y un lenguaje directo eran algunas de sus principales características. Su estilo, preñado de originalidad, no ha creado escuela. Es imposible. Los personajes únicos no tienen continuadores, solo imitadores.

Con su ausencia el mundo es un lugar un poco más pobre, un poco más limitado, un poco más frío.