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Capturas de ficción

Vinos

Vaya invento...

Cheers

Cada Navidad lo mismo. Me planteo que en una ocasión especial, los vinos tienen que estar a la altura. Al fin y al cabo, es una vez al año... Si se tiene un presupuesto holgado, resulta muy fácil. Tiras de bodegas de prestigio con precios igualmente prestigiosos. Pero eso no tiene mérito. No resulta divertido.

Como es una celebración, nos pondremos un presupuesto tope de 50 € por botella. Una pasta, pero son malos tiempos para los buenos precios.

Ahí va una propuesta:

Con el marisco y el pescado: champán, champán y más champán. Y si es rosado...Los hay muy buenos: Billecart Salmon (50 €. La primera vez que lo probé, aluciné), Ruinart Rosé (50 €) o Taittinger rosé (45 €). Entre los blancos, Bollinger Special Cuvée (35 €).

Con el cordero: San Vicente (Rioja, 30 €), Alión (Ribera del Duero, 30 €).

Platos de caza y carnes rojas: Trío Infernal (Priorato, 30 €), Enrique Mendoza Santa Rosa (Alicante, 20 €).

Y para los postres: Dow Tawny 20 años (Oporto, 40 €), Chivite 125 Aniversario Moscatel (Navarra, 25 €, media botella).

Una copa de vino en las películas

¿No se han fijado ustedes en que en las películas norteamericanas, cuando cocinan, siempre tienen una copa de vino en la mano?

El vino se asocia, inconscientemente, a la sensualidad. Cocinar es un acto puramente sensual. Pocas cosas más sexys que ver a tu pareja cocinar. Quizás sea por la cantidad de sentidos que ello requiere, por el puro arte de crear o por lo primario del manejo de los alimentos. Cocinar es un juego, y si los dos participan, mucho mejor.

Y el vino juega su papel al margen de arquetípicas imágenes cinematográficas yanquis. La capacidad que tiene el vino como elemento catalizador para el contacto humano obra milagros. El vino es capaz, como pocas cosas, de ponernos a flor de piel. Y existen alternativas para todos los paladares.

Si lo prefieren blanco, bien porque hace calor o bien por que les gusta más, lo ideal es un vino fresco, pero con personalidad. Un chardonnay, un godello con madera o un viura con barrica (ideal un Belondrade y Lurtón o un Finca Apolonia, los dos de la misma bodega). Para tintos yo les aconsejaría alguno de cariz elegante, no muy tánico o agresivo. Un rioja moderno como Viñas de Gaín o, en el ideal, un merlot de Burdeos o un pinot noir de Borgoña.

Y si se sienten chisposos... ¡champán!.

Que disfruten...

Los vinos de años extraordinarios

Al hilo del post anterior, la pregunta del amable lector (o lectora) resulta de lo más acertada. La política de las bodegas ante situaciones provocadas por la extraordinaria repercusión de ciertos vinos se parece mucho al mercado de objetos valiosos o a la bolsa. La demanda crece, la producción es escasa, los precios se disparan. Pero no se disparan tan solo porque las bodegas suban el precio o retengan la mercancía. Los intermediarios quieren sacar tajada y dosifican la distribución. Con ello logran crear expectación entre los inversores y aficionados, y garantizan un buen negocio. Por ello, los bodegueros les culpan de la actual situación.

Se da el caso, por ejemplo, que las bodegas de burdeos o de borgoña no fijan el precio ni sacan al mercado sus vinos hasta que no los haya catado y puntuado Robert Parker. Si, es cierto. El vino es una inversión económica que ha ganado adeptos en todo el mundo. Grandes fortunas norteamericanas y japonesas copan las grandes añadas con propósitos meramente crematísticos. Aspecto este que le resta romanticismo al placer que provoca degustar una botella de un gran vino. Todo ello provoca una absurda escalada de precios. ¿Cómo es posible que un vino pueda costar 1000 € recién salido de la bodega?

En España se corre el riesgo de que suceda lo mismo. Ya es imposible encontrar un Contador 2004 por menos de 300 €. Clos Erasmus o Viña el Pisón son vinos de 110-120 € la botella. ¿A qué ya no lo encuentran a ese precio? Se admiten apuestas...

¿Han comenzado los vinos españoles a ser buenos?

¿Han comenzado los vinos españoles a ser buenos?

La noticia de que el gurú de la crítica vinícola mundial Robert Parker ha otorgado 100 puntos a cinco vinos españoles (Viña El Pisón , Contador, Termanthia , Clos Erasmus y Pingus , todos de 2004) ha supuesto un respaldo internacional que se puede considerar histórico. Sin embargo, no deja de mostrar los prejuicios que siempre han existido respecto a la calidad de una producción que hace ya varios lustros que se ha situado en primerísima linea. No hay que saludarlo como una revelación, sino como un hecho de pura justicia.

Si damos por sentado que los vinos franceses son inalcanzables (se encuentran a años luz del resto del mundo) la nueva generación de grandes vinos españoles se codea sin ningún tipo de complejos con los grandes italianos y americanos. Pero, si lo tratamos de forma global, la calidad media de nuestros vinos los supera. Eso es incontestable.

Si simplificamos, se trataría de un simple problema de marketing. El vino español nunca se ha sabido vender fuera. Si exceptuamos bodegas como Torres u otras pocas, la presencia de vinos españoles en las cartas de los restaurantes de las principales capitales y ciudades de Europa y Norteamérica es exigua. De ahí que nos consideren exóticos frente a la maquinaria propagandística e industrial de los vinos australianos (dominadores del segmento medio-bajo de consumo) y norteamericanos, a los que se les ha sumado Sudáfrica y otros países emergentes.

Eso sí, un privilegio como éste traerá como consecuencia inmediata el aumento exponencial del precio de unos vinos que en los últimos años ya de por sí han visto crecer su coste. Un consejo: compren antes de que esto suceda.

 

Vinos y música

Vinos y música

Recojo el testigo de L.L. y comienzo a darle vueltas a la asociación de determinados vinos a la música de ciertos compositores u obras. Me parece interesante porque se pueden producir algunos emparejamientos estimulantes. Pongamos por caso a Chopin. Su música para piano es perfecta para pasar un día de lluvia en casa, con la chimenea encendida y con una copa de un vino cálido y acogedor. Una buena elección sería un San Vicente, rioja de tempranillo peludo que resulta sedoso, aromático e íntimo.

A la sensualidad de Stravinsky le iría un vino sexy y descarado, de corte moderno, sabroso. Como Alión, un Ribera del Duero hecho con Tinto Fino por el mismo equipo de Vega Sicilia. Prueben a escuchar La Consagración de la Primavera o El Pájaro de Fuego con una copa de este vino y sabrán de qué les hablo. Otro compositor vinícola es Debussy. Una de mis composiciones preferidas son Los Preludios para piano, y si están interpretados por Krystian Zimerman, mejor. No se me ocurre mejor combinación que estas pequeñas piezas acompañadas por un buen borgoña. Por ejemplo, un Chambertin elegante, sedoso, de un increíble color rojo rubí. Para este vino existen grandes bodegas. Entre mis preferidas se encuentran Armand Rousseau, Jadot o Leroy (este último sólo para bolsillos realmente holgados).

A Brahms le iría perfecto un riesling de Alsacia, un blanco maduro y sabio, de carácter y muy aromático. Zind-Humbrecht podría considerarse una bodega perfecta por la amplia gama de sus vinos y su increíble calidad. O un Clos st. Hune de Trimbach, uno de los riesling más gloriosos que se puedan imaginar.

Wagner es idóneo para un vino mineral, mercurial. Un Priorat. Un Finca Dofí o un Clos Erasmus que te atan a la tierra y te narran sus pasiones. También resultan perfectos los vinos del Ródano francés. Un Hermitage o un Chateauneuf du Pape firmado por Chapoutier, Guigal o Chave ponen los pelos de punta, igual que la música del autor de Tristán e Isolda, que es capaz de generar la mayor de las fascinaciones.

Para acabar una buena velada en compañía de Bach, nada mejor que un exquisito oporto. Un tawny de 10 años en adelante o, si el presupuesto lo permite, un vintage de Taylor's, Dow, Fonseca o Quinta do Noval Nacional. Su complejidad y su riqueza aromática y de sabores enaltecen la aparente simplicidad de la obra del músico barroco alemán.

De todas formas, existen tantas combinaciones como gustos. Prueben y luego me cuentan.

Buen vino, buenos precios

Buen vino, buenos precios

La leyenda que existe respecto a que para beber buen vino hay que gastarse una fortuna no se cumple, afortunadamente, en España. No se cumple parcialmente. En los últimos años, el precio del vino se ha disparado en nuestro país hasta alcanzar unos niveles prohibitivos. Pero existen todavía algunas joyitas a menos de ocho euros que merece la pena probar.

El perfecto ejemplo es Casa de la Ermita, quizás el mejor vino con relación calidad precio de los que se hacen en España. Un jumilla que resulta sabroso, redondo. Prueben a descorchar una botella un día de frío y acompáñenla de un buen queso idiazábal y verán que rico. O un Arrocal , un rioja de corte moderno pero con la esencia intacta del tempranillo clásico. Ideal para acompañar una buena carne a la plancha o un plato de caza no demasiado complejo.

Otra buena opción es el Ercavio Roble, un tempranillo de corte muy moderno que, bajo la denominación de Vinos de la Tierra de Castilla, muestra la tendencia de los vinos del futura: presencia de fruta, profundidad en el gusto y buena estructura.

Son tres buenos ejemplos. Pero hay otros muchos que merece la pena descubrir. Lo iremos haciendo en sucesivas entregas.